Buenas, soy María Peña, psicóloga sanitaria (ASPROIN). En esta entrada vamos a hablar de las emociones asociadas a los problemas de fertilidad.
En la medicina china está arraigada la idea de que lo mental y lo físico van unidos. Según esta creencia milenaria, los meridianos que recorren nuestro cuerpo se ven afectados por emociones positivas como la alegría o el buen humor, que en estos casos resulta beneficioso; sin embargo, cuando prevalecen emociones negativas como la tristeza o el enojo; estas podrían bloquear nuestro sistema, hasta causarnos molestias o enfermedades físicas.
Desde el punto de vista de la medicina occidental, no hay un consenso claro acerca de una vinculación entre el estrés, las emociones y la fertilidad. No obstante, se está valorando cada vez más la importancia que tienen las emociones y cómo afectan a nuestra vida y salud. Es el tema principal de películas recientes, como Inside Out (Del revés), en la que se valora de una manera divertida, cada una de nuestras emociones y cómo pueden ayudarnos dependiendo de la situación que estamos experimentando.
Cuando estamos viviendo una situación triste, como puede ser la de querer tener un hijo y no conseguirlo, es común sentir un torbellino emocional de esperanza-perdida del que se piensa que no se pueda salir.
Cuando el positivo en la prueba de embarazo no aparece, las personas suelen experimentar la pérdida de la idea que tenían acerca de cómo imaginaban que iba a ser su vida. Es común que experimenten las distintas etapas del duelo (Klüber Ross, 1969). Se ha de tener en cuenta la posibilidad, especialmente si estás viviendo este proceso en pareja, de que no sintáis lo mismo al mismo tiempo, o de la misma forma. Pues, cada persona tiene sus ritmos, y su manera personal de afrontar la situación.
La primera etapa del duele suele comenzar negando la existencia del problema. Por ejemplo, no aceptar que se puede tener un problema y se rechace realizarse pruebas médicas. Es común que existan desacuerdos en la pareja, en el que uno trate de convencer al otro de que se haga pruebas. Cuando se realizan las evaluaciones médicas, muchas personas sienten vergüenza y desconcierto, sienten que están perdiendo intimidad sobre su cuerpo o temas personales.
Más adelante, es más común que se experimente la etapa del duelo de enfado, hacia uno mismo (Por ejemplo, por “no ser capaz” de tener un hijo) o hacia los demás (Por ejemplo, porque sí lo han conseguido). Normalmente coincide cuando se confirma el problema de fertilidad, aunque en un primer momento se pueda sentir alivio por confirmar la sospecha.
En tercer lugar, la etapa de negociación, en la que se siente esperanza de que de alguna forma se puede conseguir el embarazo, reformando algún aspecto de su vida, muchas veces se negocia con un poder superior. Después, es más común la etapa de tristeza, en la que aparecen los sentimientos de culpa. Por ejemplo, es común que actualmente se priorice la vida profesional a la maternidad y muchas mujeres se culpen por haber retrasado la decisión y ya no sean tan fértiles. Aquí es más común que la persona se aísle y no quiera ver a otras personas, especialmente las relacionadas con niños. Una de las causas es porque siente que no se las va a comprender, porque creen que los demás “lo han tenido más fácil”.
Es recomendable que, especialmente con la pareja, la comunicación continúe siendo abierta. Es más fácil llevar este proceso cuando existe apoyo mutuo y comprensión de cómo se siente el otro. Esta difícil situación, incluso puede ayudar a muchas parejas a fortalecer su relación. La idea es llevar el tema como un nuevo proyecto común. También es positivo plantearos estrategias y planes de acción a seguir.
El duelo finaliza con la aceptación de la situación. Se comprende que, o bien se ha de cambiar la idea que se tiene de ser padre (por ejemplo, cambiando el tratamiento o planteándose la adopción) o se asume que se puede ser feliz con una vida sin hijos.
En el camino de los tratamientos de infertilidad, no siempre se obtiene el resultado positivo tan rápido como nos gustaría. Aunque se cumpla perfectamente las pautas del proceso. Esto puede resultar muy frustrante para muchas personas. Es importante asumir que las personas somos vulnerables, y que puede ser necesario modificar la idea de cómo se imaginaba la vida. Es fundamental que solicites ayuda psicológica si ves que la situación es demasiado desbordante para ti. También te recomendamos unirte a asociaciones, como ASPROIN en la que habrán personas que han experimentado tus mismas situaciones y puedan comprenderte y apoyarte.
María Peña, psicóloga sanitaria
Referencias:
Klüber Ross (1969). On death and dying. Nueva York: Routledge, 1973.
FUENTE: María Peña, psicóloga sanitaria (ASPROIN)