La búsqueda de un embarazo no siempre resulta fácil. Según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), se estima que «casi un 15% de las parejas en edad reproductiva tienen problemas de esterilidad y existen cerca de un millón de parejas demandantes de asistencia reproductiva». En este contexto, la depresión, el estrés y la ansiedad juegan un papel importante., ya que las expectativas, la presión del entorno o el sentimiento de frustración pueden derivar en reacciones fisiológicas que afecten al normal funcionamiento del sistema reproductivo.
De hecho, tal y como recoge la SEF, «el grado de estrés de los pacientes con infertilidad suele aumentar cuando se intensifica el tratamiento y también cuando el tratamiento se prolonga». Por ello, el 54% de las parejas abandona el tratamiento con FIV sin conseguir un embarazo por la gran carga psicológica a la que se ven sometidos.
– ¿Afectan la depresión o el estrés a la fertilidad?
Dr. Joaquín Llácer (Dr. J. Ll.): En principio no, ni el estrés ni la depresión afectan de forma directa. Lo que ocurre es que la salud mental sí que tiene una influencia en la toma de decisiones y que muchas mujeres, por este tipo de temas, deben tomar fármacos y demoran la búsqueda del embarazo, lo cual provoca que luego las posibilidades de gestación sean menores.
Lo que también afecta en la consecución del embarazo es las tasas de desistimiento, el volumen de pacientes que, teniendo problemas de fertilidad, abandonan el proceso de reproducción asistida porque el estrés emocional no les deja continuar. Por ello, lo más importante, y lo que más nos preocupa a los médicos que tratamos la fertilidad es que las tasas de abandono son mucho mayores en estos contextos de depresión y estrés. Al final, la tasa de abandono es la principal causa por las cual las mujeres no tienen hijos. Aquellas que se someten a muchos tratamientos y perseveran, es muy difícil que terminen sin tener hijos.
– Por tanto, a la hora de buscar un embarazo, en una pareja con problemas de fertilidad, ¿cuál es el papel que juegan las emociones para lograrlo?
Dr. J. Ll.: En general, lo que no tenemos que hacer es agobiar a las pacientes porque todas las mujeres que se someten a tratamientos de fertilidad están ya estresadas. En nuestra experiencia, el estrés de los tratamientos de fertilidad solo es comparable con los tratamientos oncológicos. Entonces, es normal que las parejas sometidas a tratamientos de fertilidad tengan un estrés añadido, pero eso no afecta significativamente a las posibilidades de conseguir un embarazo. A veces, sí que hace que su calidad de vida empeore mucho más. Es decir, estar estresadas y sentirse culpables por ese estrés o sentirse culpables porque el tratamiento ha fallado porque no han sido capaces de gestionar ese estrés, empeora significativamente su calidad de vida y hace que posteriormente no se insista en conseguir el embarazo.
«Ni el estrés ni la depresión afectan de forma directa a la fertilidad»
Joaquín Llácer
Médico
– Medicación depresiva, ansiolíticos…. ¿son compatibles con un tratamiento de fertilidad o embarazo?
Dr. J. Ll.: En principio, la situación ideal es que no tomen ninguna medicación, y menos aquellas que pueden tener cierto efecto teratogénico, es decir, que produce malformaciones en el feto, o efecto desconocido. Hay que valorar el riesgo beneficio con el médico y con el psiquiatra, valorar cuál es el tiempo en el que va a dejar la medicación y si es razonable, a pesar de estar con la medicación, iniciar el tratamiento. En Ginefiv solemos intentar que las dosis de medicación sean las menores y que se puedan controlar los síntomas antes de empezar el tratamiento. Lo que no debemos hacer es demorarlo de forma indefinida porque el tiempo es un factor muy importante.
– Dicha medicación: ¿afecta al feto?
Dr. J. Ll.: Fundamentalmente el riesgo de la medicación durante el primer trimestre es que pueda producir malformaciones. El riesgo suele ser bajo con este tipo de fármacos, pero existe un riesgo con los ansiolíticos con algún tipo de malformaciones específicas, como labio leporino, y por tanto no es la situación ideal llevar adelante un embarazo tomando ansiolíticos. Pero hay que ver cuál es el efecto de retirarlos, si va a exacerbar mucho los síntomas y también valorar cuál es el efecto en cuanto al tiempo de demora que le cueste a la paciente dejar la medicación. Muchas veces no pueden dejarla nunca y cuando ya estamos en una situación desesperada, de edad avanzada, las posibilidades de éxito son muy bajas.
– Si la medicación no es compatible, ¿qué alternativas hay?
Dr. J. Ll.: Hay que hablar con el especialista e intentar cambiar la medicación, reducir la dosis o, si tiene un efecto teratogénico muy significativo y está contraindicado, esperar a que pueda retirarla. Pero en muy pocos casos sucede esto en los ámbitos antidepresivos o ansiolíticos.
– El estrés de los pacientes con problemas de fertilidad aumenta cuando se intensifica el tratamiento y cuando este se alarga. ¿Cómo gestionar esta situación?
Begoña Ramos (B.R.): El estrés es una respuesta natural de nuestro organismo y nos acompaña en casi todos los aspectos de nuestra vida. El estrés en sí no es algo malo, aunque es cierto que puede generar incomodidad, y hay momentos en que aparece durante los procesos de fertilidad y es totalmente sano, normal y esperable. Momentos como la primera toma de contacto, la espera de los resultados necesarios para iniciar el tratamiento, las primeras puestas de medicación o la espera final de 9 días para confirmar si hay gestación son fuentes innegables de estrés. El peligro empieza cuando el estrés comienza a sobrepasar a los pacientes y a afectarles en su día a día. En procesos en los que la búsqueda de la paternidad o la maternidad se prolonga más de lo deseado o los resultados no son esperados hay más probabilidad de que puedan aparecer síntomas de ansiedad patológica.
Habiendo hecho previamente esta diferenciación sin duda en mi opinión el primer paso es la aceptación de que va a haber factores estresantes durante el proceso y que no son significativos de que el tratamiento vaya a ir mal. Siempre es recomendable implantar en la rutina técnicas de relajación y respiración para poder gestionar el estrés durante los tratamientos, entendiendo que son situaciones puntuales en las que es completamente normal sentir esas emociones. Cuando por el contrario hablamos de un nivel de estrés patológico que sí condiciona la vida de los pacientes, es importante atender al motivo que nos está generando esa ansiedad y qué pensamientos y creencias puede haber detrás de esa emoción. Para esto último sí es importante acudir a un profesional de la salud mental que nos pueda orientar en la identificación de distorsiones cognitivas y nos pueda orientar en la toma de decisiones.
– Por tanto, ¿es importante contar con asesoramiento psicológico durante el proceso?
B.R.: Considero que es recomendable en todos los casos, pero no siempre necesario. El asesoramiento por parte de un profesional de la salud mental especializado en el ámbito de la fertilidad puede ser de gran utilidad para desarrollar herramientas de gestión del estrés y aprender a identificar posibles señales de alarma para detectar cuando la situación puede estar comenzando a ser patológica.
Por ello que es importante que la atención psicológica sea un servicio disponible y accesible para los pacientes en los centros de reproducción asistida. En nuestro caso, el equipo de psicólogas que trabajamos en Ginefiv, también pertenecemos a servicio de atención al paciente lo cual nos permite hacer un seguimiento más cercano de nuestros usuarios y poder estar más presentes a lo largo de todo el proceso.
«El peligro del estrés es cuando sobrepasa a los pacientes y les afecta en su día a día»
Begoña Ramos
Psicóloga
– ¿Afecta de igual manera la depresión, la ansiedad o el estrés a mujeres que a hombres?
B.R.: No hay criterio unificado frente a si existen diferencias en la gestión la depresión, la ansiedad o el estrés y las causas que lo generan en función del sexo. Sí es cierto que hay ciertos patrones asociados al rol de género que pueden determinar la manera de gestionar emocionalmente. Pero me siento más cómoda en este caso abordando esta pregunta desde mi experiencia profesional y no tanto desde la teoría.
Cuando se afronta un tratamiento de fertilidad en pareja es muy complicado que ambos miembros la afronten del mismo modo. Esto se debe a las diferencias individuales, cada persona tiene unos mecanismos de defensa y de afrontamiento, una determinada manera de gestionar emocionalmente y de comunicación. Los sentimientos de ambos miembros de la pareja no son iguales, pero no solo por estas diferencias individuales si no porque realmente su situación también es diferente. Es indiscutible que la experiencia de la persona que se va a estimular o que se va a transferir es diferente ante aquella que no va a pasar por esos procesos. Que la experiencia sea diferente no significa que el nivel de implicación sea mayor de uno o de otro, pero la perspectiva de cómo se vive el proceso depende de la responsabilidad percibida y la sensación de control que siente cada uno durante las diferentes fases del proceso. Por ello es inevitable que aparezcan diferencias entre los miembros de la pareja. Esto puede generar frustración y erosión. La empatía y la comunicación son calves fundamentales para acercar posturas y poder comprender qué siente el otro y por qué se comporta de una determinada manera. El hecho de compartir un mismo proceso no significa que ambos se encuentren en la misma posición y que por tanto sus emociones sean iguales, por lo que es fundamental no interpretar la experiencia del otro desde nuestra perspectiva.
– Cuando una pareja no consigue el embarazo deseado o que este prospere… ¿Cuándo decidir parar?
B.R.: Esta pregunta es muy complicada, ya que es una decisión en la que influyen tantos factores que sería necesario abordar cada caso de manera individualizada. De forma general, sin duda hay tres factores fundamentales que se deben tener en cuenta al tomar esta decisión: el económico, el físico y el emocional. Los límites en estas áreas deberían intentar marcarse siempre en los momentos de mayor neutralidad emocional posible. No sería conveniente tomar la decisión de parar o de continuar bajo la influencia de una fuerte emoción. Un ejemplo de límite en lo económico sería no pasar de una cantidad concreta. Por físico nos referimos aquellos datos objetivos aportados por un profesional que determina que podría suponer un riesgo para la salud o que por criterio médico no se considera adecuado seguir con determinado tratamiento.
FUENTE:https://www.abc.es