Buenos días, soy María Peña, psicóloga sanitaria y colaboradora de ASPROIN.
En esta entrada hablaré de la recepción de células reproductoras y la manera cómo suelen vivir el proceso de decisión quienes optan por esta opción.
Las personas con dificultades de concepción suelen experimentar dificultades psicológicas de diferentes tipos, tal y como hemos hablado en entradas del blog anteriores. Un nuevo intento genera diferentes esperanzas y expectativas que se frustran fracaso tras fracaso y que aumenta con cada resultado negativo. Cuando se da el caso de que el médico comunica que sólo serán padres por medio de la donación (de óvulos, espermatozoides o embriones), la noticia suele ser como un jarro de agua fría.
Tras el impacto inicial, la persona suele necesitar un tiempo para asimilar la noticia. Es frecuente la aparición de sensaciones de frustración, enfado y tristeza consigo mismo y con el proceso de tener hijos en sí. La primera respuesta suele ser no querer continuar con el tratamiento de reproducción asistida.
A nivel cognitivo, suelen ser numerosos los pensamientos negativos y de rechazo. Por ejemplo, vinculados con la infravaloración (ej. “no soy lo suficientemente hombre como para tener hijos”), con la comparación con los demás (ej. “todos lo consiguen menos yo”), absolutistas (ej. “nunca seré madre”), desconfianza (ej. “a saber quién es el donante”), arrepentimiento (ej. “tendría que haber tenido el hijo cuando era más joven”) y con sentimientos de haberle fallado a la pareja (ej. “no soy capaz de darle un hijo a la persona que más quiero”). La sensación de culpabilidad suele ser bastante grande y la autoestima tiende a debilitarse. Ocasionalmente, se experimenta desconexión con la realidad, teniendo la sensación de ser un observador externo a todo lo que está ocurriendo.
También es frecuente la aparición de numerosas dudas relacionadas con la persona donante y con el proceso en sí, preguntándose, por ejemplo: ¿y si no se parece a mí?, ¿y si el niño nace con una enfermedad mental?, ¿querrá conocer el donante al niño (o a la inversa)?, ¿tendrá más hijos el donante y se conocerán?. Este tipo de cuestiones son normales y pueden solventarse con obtención de información por parte de la unidad de reproducción.
Para el miembro de la pareja sin dificultad detectada, tampoco es un proceso sencillo. Dependiendo de diferentes factores (por ejemplo, el estado de la relación o la personalidad) reaccionan de diferentes maneras. Hay parejas que se fortalecen durante el proceso, independientemente de la decisión tomada. Para otras, en cambio, puede suponer el planteamiento de decisiones, como no querer continuar con la relación.
Detrás de estas dudas, muchas veces influye el “miedo a lo desconocido”, pues se cree que se trata de una maternidad y paternidad distintas y que no será “un verdadero hijo”. Además, existe un cierto tabú, y se tiende a sobrevalorar la opinión social.
La decisión de aceptar o rechazar la opción de donante es muy personal y ha de valorarse cuidadosamente, tras una adecuada recogida de información y valoración de diferentes decisiones.
Puede valorarse como una segunda oportunidad para ver realizado el sueño de ser padres, con un incremento de las probabilidades de conseguirlo, ya que las células de la persona donante serán de muy alta calidad.
Un punto importante a tener en cuenta es “la comunicación” que se da entre gestante y embrión, que facilita la variación de la genética del embrión, aunque el origen del óvulo proceda de otra mujer, siendo determinantes los hábitos de la futura madre. Puede consultarse el estudio de Felipe Vilella, Carlos Simón & cols. (2015) para ampliar la información.
Respecto a cómo será el niño, en las clínicas se busca que tenga el físico del donante sea lo más parecido a alguno de los miembros de la pareja, dándose semejanzas asombrosas y pasando inadvertido para aquellos que lo desconozcan.
En lo referente a la personalidad, es cierto que hay un porcentaje genético y cierta predisposición. No obstante, los estímulos del ambiente y la educación de los que le rodean van a ayudarle a forjar su personalidad, así como sus hábitos y aficiones.
Respecto a la relación de pareja, es fundamental la comunicación entre ambos, compartiendo los pensamientos preocupantes entre sí, discutiendo el tema y tomando una decisión conjuntamente.
Se trata de una experiencia muy complicada y cuando existe el apoyo entre la pareja puede resultar más sencilla de sobrellevar. Por tanto, han de evitarse los reproches y culpabilizar al otro por la situación.
Por último, cuando se producen este tipo de dificultades, no debe olvidarse valorar la opción de buscar ayuda por parte de un/a profesional de la Psicología.
Espero que la entrada os haya resultado de utilidad. Cualquier comentario será bien recibido. Ante cualquier duda no dudéis en poneros en contacto conmigo.
María Peña. Psicóloga Sanitaria.