Buenos días. Soy María Peña, psicóloga sanitaria y colaboradora de Asproin. En esta entrada vamos a hablar en términos generales de las diferencias psicológicas que suelen ocurrir entre el miembro de la pareja que ha sido detectado de un problema de fecundidad, y las diferencias que suelen darse entre hombres y mujeres. Por último explicaré algunas cuestiones que pueden ser de utilidad. Cualquier duda o aportación será agradecida.
Históricamente, los problemas de infertilidad se relacionaban directamente con las mujeres, como si la causa fuese únicamente exclusiva de ellas. Hoy en día, hombres y mujeres se realizan diferentes pruebas para identificar cuál es la causa del problema de fecundidad y cómo abordarla.
Independientemente de si la dificultad de reproducción resida en el hombre o en la mujer, el miembro de la pareja al que se le ha detectado el problema, suele sorprenderse y sentirse “señalado”, “culpable” o “incapaz”. Esto genera grandes problemas de autoestima, muchas veces relacionándolo con una pérdida de masculinidad o feminidad. También se aprecia tristeza, por conocer que nunca serán padres de un hijo con su mismo origen genético. Además, también está la culpabilidad, por ejemplo, por no haber tomado medidas médicas antes, o por no poderle dar un hijo a su pareja.
El miembro de la pareja sin un problema de fecundidad detectado puede reaccionar de diferentes formas en diferentes momentos del tratamiento. Aunque es cierto que muchas parejas se unen más en estos momentos, no es extraño que haya periodos (sobre todo tras el diagnóstico) en los que se sienta enfado, ira o rechazo hacia el miembro diagnosticado, o se planteen romper la relación. Sintiéndose muchas veces sin libertad para hablar del tema por pensar que son “malas personas” por tal si quisiera pensarlo.
Es cierto que en la mayoría de ocasiones este rechazo suele surgir por parte de las mujeres cuya pareja masculina ha sido detectado de un problema de reproducción. ¿Por qué ocurre esto?
Es importante comprender a ambas partes:
Según los estudios recientes (por ejemplo, Slade et al., 2007), las mujeres suelen experimentar, en general, más angustia que los hombres por la incapacidad de concebir, por diferentes razones. Una de ellas, aunque no la única ni tiene porque ser necesariamente la más importante, podría ser que en nuestra cultura occidental la maternidad se ha idealizado mucho más que la paternidad. De acuerdo con autores como Edelmann y Connolly (1998), el mayor estrés que sufren las mujeres puede deberse a que existe una mayor tendencia para el ellas de angustiarse, y que de media es superior a los hombres.
Además, en general, las mujeres suelen detectar un mayor impacto en su calidad de vida (ya sea a nivel social, físico, cognitivo o en relación con el sistema sanitario), esto unido a los tratamientos médicos (algunos considerados como invasivos), la carga emocional que supone estar pasando por este tema, y la incertidumbre del proceso, es el caldo de cultivo de un aumento de las discusiones en pareja.
Indistintamente del origen del problema, la mujer es la única que puede gestar el embarazo y, por tanto, sobre la quien recaerán la mayor parte de los tratamientos de reproducción. Esto hace que suelan experimentar la mayoría de los procedimientos de diagnóstico y tratamiento.
En general, las mujeres suelen utilizar mecanismos de afrontamiento al estrés centrados en la emoción, como desahogarse con sus amigos o familiares, llorar, distraerse, etc. En cambio, los hombres suelen utilizar mecanismos de afrontamiento centrados en el problema, que suelen ser más efectivos a la hora de solucionar las preocupaciones. Muchas parejas suelen discutir porque no reaccionan de la misma forma ante los problemas de fecundidad, pero lo cierto es que cada uno puede tener sus propios mecanismos de afrontamiento, y vivir las circunstancias de diferente manera.
Los hombres, en general, suelen adoptar al principio una posición más optimista, transcurriendo al menos tres años de acuerdo con los estudios de MacNab (1984) para que experimente un nivel de angustia emocional equiparable a su pareja. También es cierto que de acuerdo con los estudios de este autor, este plazo se acorta notablemente en los hombres en los que se le ha detectado el problema de fecundidad.
Lo cierto de todo esto es que ambos miembros son parte de un equipo que están luchando juntos para lograr un objetivo común. No hay culpables ni inocentes, nadie eligió tener un problema de fecundidad. Según autores como Stanton & Dunkel-Schetter (1991) las habilidades de afrontamiento de la pareja y su capacidad para reducir los síntomas psicológicos, predicen una disminución de las consecuencias físicas y emocionales residuales de los tratamientos de infertilidad. Esto puede ser un motivo de interés para que “el barco sea remado hacia la misma dirección”.
También, pensar en el concepto que se tiene de pareja y reflexionar acerca de las aportaciones como persona en el periodo juntas, especialmente en los últimos años.
También puede ser útil pensar sobre qué significa la pareja en los diferentes ámbitos de la vida Related Site. Quizás una persona puede tener una problemática de reproducción (por ejemplo, azoospermia, o baja reserva ovárica) pero ser una parte relevante en el resto o la mayoría de los aspectos vitales. Este tipo de reflexiones es fundamental realizarlas en diferentes momentos del proceso, considerando más allá de “la rabia inicial” o la esfera de la reproducción.
Además, hay muchas maneras de ser padres, no todo se limita a los genes. Ser padre o madre es algo mucho mayor que una herencia genética. Una posibilidad puede ser reflexionar sobre qué es ser padre o madre y valorar (si existe la posibilidad) de la recepción de óvulos y/o esperma para tener hijos pese a la dificultad de los miembros.
La figura del psicólogo en estos momentos, puede ser útil para reflexionar sobre los pensamientos que se tienen, muchas veces contradictorios, y valorar diferentes posibilidades. Además, podemos ser útiles para realizar terapia de pareja y reconducir la comunicación hacia una manera más funcional, aportando diferentes estrategias para ello. En la línea expuesta en esta entrada, los profesionales de la psicología también podemos ser de ayuda hacia aquellos casos en los que se esté experimentando sentimientos de angustia y ansiedad relacionadas con la idea de culpabilidad.
María Peña, psicóloga sanitaria
Maria.pena.ramos@gmail.com